Como se suele decir, nunca llueve a gustos de todos. Me parece triste que en el Palmarès de esta 50ª edición del Festival de Sitges, Brawl in Cell Block 99, la nueva película de S. Craig Zahler (Bone Tomahawk) no se haya llevado ni un triste premio. Pero tengo bastante claro que en mi Palmarès particular, ésta ocupa un buen lugar.
Zahler se ‘desvirgó’ en el certamen del 2015 con Bone Tomahawk, film que convirtió el western en una delicia para los amantes del gore, causando buenas sensaciones entre la mayoría de público aficionado al terror y el fantástico.
Su nuevo trabajo, Brawl in Cell Block 99 es una de esas película que se limita a cumplir, exclusivamente, lo que su propio título indica, ni más ni menos. No engaña en absoluto. Y lo hace con todo el orgullo y satisfacción de contentar a cualquier seguidor del novel cineasta -que no lo parece- ya que ésta es su segunda película como director.
Bradley es un exboxeador con un matrimonio a punto de romperse que pierde su empleo como mecánico de coches. Debido a esta sensación pesimista, acaba decidiendo que su mejor opción es trabajar para un viejo amigo como traficante de drogas. Esta decisión mejorará su vida hasta que se ve envuelto en un tiroteo entre la policía y sus aliados; situación que le acaba llevando a la cárcel. Allí sus enemigos le obligarán a cometer actos de violencia.
El guión escrito por el propio Zahler, aborda el drama, pero no busca demasiada profundidad en él. En lo argumental no intenta emocionar demasiado al espectador, pero consigue que empaticemos con el personaje principal, que mayormente gira en torno a su situación personal durante toda la película. Lo que fue Bone Tomahawk para el western, es Brawl in Cell Block 99 para el drama. Aunque, para mí, este segundo trabajo tiene más ritmo que su debut.
Brawl in Cell Block 99 es una película altamente salvaje donde la furia del personaje principal, Bradley Thomas, interpretado de forma maravillosa por un gigantesco Vince Vaughn, que aleja al actor totalmente del registro habitual de comedias estándar como Separados o Cuestión de pelotas.
Salvando distancias, me recuerda mucho al cambio de registro que inició Matthew McConaughey hace ya algunos años con Killer Joe. Es sorprendente que actores a los que no sacabas de un registro tan poco destacable, demuestran y, sobre todo, sorprenden de lo que son capaces.
La nueva película de Zahler es un brutal drama carcelario donde el exceso, la brutalidad y la violencia no cabe en la pantalla. Salvaje como ella misma. Vaughn está en estado de gracia en la piel de su personaje que le sienta como un traje. Desprende adrenalina pura, es como una olla a presión sin válvula de escape.
La historia se antoja típica, pero mola mucho su desarrollo. A medida que Bradley intenta encarrilar su vida, serán sus propias decisiones las que lo adentran más y más en una situación incontrolable e insostenible, aunque gracias a la furia de sus puños y su desmesurada fuerza ‘herculiana’ no habrá nada ni nadie que pueda tumbarlo.
El tono del film aboga por la seriedad, pero sus excesos visuales, que no deben asustar a nadie que haya visto Bone Tomahawk, hacen de Brawl in Cell Block 99 una película con un toque cómico y sarcástico sin precedentes. Rabiosa, divertida e impactante.
Entre el reparto aparecen caras conocidas, como Don Johnson (Django Unchained) y Udo Kier (Blade) en papeles secundarios pero muy bien interpretados, paroxismo en estado puro. Mientras Jennifer Carpenter (Quarantine) interpreta a la mujer de Bradley, perdón, Brad. Su papel tiene relevancia en las decisiones de Brad. Una serie B con un buen presupuesto para efectos especiales que no se cortan ni un pelo a la hora de enseñar y, sobre todo, de ser explícita. Brawl in Cell Block 99 es un film de ‘crash’, ‘plaff’ y ‘choff’ pensada para disfrutar sin prejuicios.
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