El director madrileño Sadrac González-Perellón, hizo su debut en 2009 con la película Myna se va, codirigida junto a Sonia Escolano, guionista de algunos de los cortometrajes dirigidos por Sadrac. En esta ocasión, Sadrac se hace cargo, no solo de la historia y de la dirección, también del guión. Black Hollow Cage es una de esas películas independientes que consiguen llamar la atención de casi cualquier aficionado de la ciencia ficción, gracias en parte, a su estilizada puesta en escena. Al menos en mi caso.
Sadrac realiza una incursión en la sci-fi más ‘galante’ que hemos podido ver en el Festival de Sitges durante las ‘bodas de oro’ -este año cumple su 50 aniversario- del certamen. Black Hollow Cage, es el más reciente trabajo del realizador madrileño. Hitchcock recomendó no realizar nunca una película con niños o animales, Sadrac reúne ambas cosas en un film que acota los viajes temporales en un marco visual más propio del cine de autor, que en lugar del género que pretende abordar.
Tras perder a su madre en un accidente, Alice vive encerrada en sí misma y en una casa que es como una caja, con su padre, con una prótesis como brazo, y con una perra con la que puede comunicarse gracias a un aparato llamado “mamá”. Un día, Alice encuentra un cubo en el bosque, que le alerta de lo que está por suceder. Mientras, el padre acoge a dos hermanos, que huyen de un acosador misterioso.
Me gustan las películas que tratan sobre viajes en el tiempo, pero es un tema que hay que saber utilizar adecuadamente y tener las ideas bien claras. Desgraciadamente, las buenas intenciones nunca son suficientes en el mundo del cine. Hace falta talento, y Sadrac no parece ir sobrado en esa virtud. El realizador se limita a copiar a Kubrick y Haneke.
Esto no es malo, muchos lo hacen, pero Sadrac, además de reutilizar ideas y referencias a trabajos de ambos y reputados cineastas, también se atreve a, digámoslo suavemente, ‘homenajear’ el estilo de éstos como realizador. Claro que lejos queda el madrileño del realizador estadounidense y el austríaco. La película acaba siendo una amalgama de ideas medianamente inconexas y con demasiadas referencias a otras películas de ciencia ficción.
‘Homenajear’ de esta manera, sería totalmente perdonable si la película condujese a un lugar o situación de mínimo interés para el espectador. Personalmente, en ningún instante, he sentido algo de eso durante la proyección del film. Estilísticamente hablando, la película luce bastante bien, no lo puedo negar. Las localizaciones están muy bien elegidas y lucen realmente bien. Se crea una ambientación bastante buena dentro de la casa elegida para el rodaje. Anclada en un paraje indefinido, solitario y, a veces, austero, mola. Pero otra cosa, es argumentalmente. Un ejercicio cinematográfico que se pierde entre los viajes temporales y la suplantación de identidad.
La actriz que da vida a Alice, adolescente en la que principalmente se centra la historia, está interpretada por Lowena McDonell, procedente del mundo del cortometraje y teleseries. Su interpretación camina todo el rato por la cuerda floja, y aunque consigue cruzar hasta el otro lado, de poco sirve ante tamaño despropósito argumental, aburrido y sin alma propia. El film no llega a ser del todo incomprensible para el espectador, pero se nota que Sadrac ha querido realizar una película.
La relación familiar entre padre e hija, no me parece consistente. Y los elementos externos amenazantes que tendrían que girar y poner todo del revés, intentan fatigosamente encauzar la película como una horror movie del estilo más ‘hanekiano’ que podemos llegar a imaginar en su Funny Games. Otra clara influencia, por no decir plagio, es la del monolito de 2001 de Kubrick. ¡Uy! perdón, que es un cubo, no un monolito. ¡Ya! pero es negro y guarda algo en su interior ¿El qué? Nadie lo sabe. Lo siento, pero Black Hollow Cage son 105 minutos desperdiciados, de mi vida, y de la del director.
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